22-1-08 GÜENO GÜENO

Buenos días a todos y a todas. Un amigo mío solía comprarse siempre zapatillas de la misma marca, una marca güena güena que hacía zapatillas güenas güenas... hasta que dejaron de hacerlas. El último par que se compró ya no estaba hecho con buenos materiales y claro, al cabo de seis meses se le rompieron. Mi amigo no volvió a darle una oportunidad a esa marca. Decía que si se gastaba una pasta en unas zapatillas, estaba en posición de exigir a esas zapatillas una serie de cualidades: diseño, buenos materiales, durabilidad, comodidad y, además, que los colegas nos muriesemos de envidia cuándo se las viésemos. El día que la marca dejó de ofrecerle esas características sin bajar el precio, mi amigo cambió de marca.

Cualquiera de ustedes considerará que lo que hizo mi amigo es razonable, y además, seguramente, enseñará a sus hijos que las cosas no tienen necesariamente por qué ser güenas güenas sólo por ser de marca, que aunque muchas veces la marca es sinónimo de calidad también hay mucho engañabobos por ahí.

¿Cuántas veces hemos oido a los colegas a la hora de comprar chucherías para una comilona aquello de “las matutano están bien, pero casi ni vienen patatas. Mejor pillamos las de “El gallo” que vienen más patatas y además están güenas güenas”?

Resulta razonable pensar que si una cosa te cuesta una pasta quieras ejercer tus derechos cómo consumidor y exijas determinados niveles de calidad, cómo por ejemplo, que el producto sea el idóneo y se adapte a tus necesidades reales. Pues lo mismo, exáctamente lo mismo, pasa con las zapatillas, con las camisetas, con las bolsas de patatas fritas, el café con leche y los festivales de música.

Imaginense a su camarero de siempre, el del bar en el que desayunan cada día desde hace 17 años diciéndoles algo así cómo: “ya está bien de pedirme un descafeinado de máquina en taza grande con un chorrito de leche fría, he tenido mucha paciencia con usted hasta hoy y nunca he dicho nada, pero estoy hasta las narices. O se toma usted este café sólo con hielo o no hay café” ¿qué harían ustedes en ese caso? No hace falta que contesten, porque cualquiera en esa situación haría lo mismo, mandar al camarero a hacer puñetas y buscarse otro bar para gastarse su dinerito en el desayuno diario.

Cáceres no puede permitirse el lujo de perder un festival cómo el WOMAD, pero tampoco puede permitirse que ningún organizador de festivales, por muy profesional, inglés y experimentado que sea tome a la ciudad por el pito del sereno cuándo la ciudad ejerce sus derechos cómo consumidor pidiendo calidad por la sencilla razón de que es la ciudad quién pone la pasta y quién pone el entorno, ese entorno que, por otra parte, tan bien le viene y le ha venido a WOMAD para promocionar su propia imágen.

Es bueno negociar, entenderse y llegar a acuerdos, y es lícito en cualquier proceso negociador ir de farol y lanzar órdagos, por supuesto, pero lo que no sería comprensible es comprarse unas zapatillas de marca de baja calidad sólo por que sean de marca y no ejercer el legítimo derecho que tiene un consumidor a exigir que las zapatillas sean güenas güenas, que el café sea descafeinado de máquina en taza grande con un chorrito de leche fría, que las patatas fritas sean patatas y estén bien fritas o que el WOMAD suene bien, traiga un buen cartel y recupere el espíritu de aquellos gloriosos y entrañables primeros años.

Porque el lenguaje popular ya tiene una palabra para definir a quién paga por un producto más de lo que vale simplemente porque es de marca: tiene cuatro letras, y no empieza precisamente por “W” , o sea...

Sean bienvenidos al programa que no ofrece calidad ninguna, pero tampoco les cobramos nada. Sean bienvenidos a EL CANTO DEL GALLO

En el programa han sonado: THE FREEWHEELIN' TORNADOS

Frase del día: A LA VEJEZ, VIRUELA

Video del día: ALBERT COLLINS y STEVIE RAY VAUGHAN "FROSTY"