1-11-06 Lo que cuesta morirse
Buenos días a todos y a todas. Aquel día la familia había ido al cementerio, como todos los años, a ver a su difunto tío Ataulfo, que había muerto seis años antes porque se cayó una bombona de butano en la cabeza un día que paseaba tranquilamente por el parque.
La costumbre era ir todos al cementerio a visitar la tumba del tío Ataulfo y luego irse todos a un restaurante a ponerse hasta arriba de comer en recuerdo de esa persona a la que tanto querían, porque en vida, al tío Ataulfo siempre le gustó comer y solía invitar a la familia una vez al año a una pantagruélica parrillada. Después de comer iban todos a una de las casas y se zambaban varias bandejas de buñuelos, también en recuerdo del tío Ataulfo, que... sí, lo han adivinado: era un goloso de los que no salen ni en los libros.
Pues bien, aquel día no fue un día normal. Primero porque las flores que había puesto la tía Enriqueta la tarde anterior, unas flores que habían costado una pasta indecente, estaban en la tumba de al lado, nadie sabía porqué, era todo un misterio; y segundo porque cuándo llegaron al lugar dónde se suponía que debía estar la tumba del tío Ataulfo, encontraron un profundo hoyo en el suelo, vacío.
La familia se quedó blanca del susto. Se miraron unos a otros con los ojos como platos y se preguntaron qué podía haber pasado ¿Acaso algún avieso científico estaba robando cadáveres para crear una diabólica criatura con trozos y retales de gente muerta? ¿Tal vez los familiares de la tumba de al lado querían hacer creer que allí nunca había habido nada para disimular un ruín y avieso robo de flores? Se trataba, sin duda, de un misterio misterioso...
De repente, Borja Jonathan, el más pequeño de la familia, gritó: “Mirad, ahí hay una nota”, y en efecto, en el fondo del hoyo había una nota escrita en un papel algo ajado. La sorpresa de la familia fue mayúscula cuándo la leyeron. Decía: “Cuándo se me cayó la bombona de butano en la cabeza y no tuve más remedio que morirme el entierro os costó cuatromil euros. Como no teníais dinero, tuvísteis que hipotecar incluso la tumba y la lápida, con lo que está subiendo el euribor, encima, o sea, que la cosa sale por un riñón y parte del otro. El ramo de flores de la tía Enriqueta costó un montón de pasta que más le valdría haberse comprado un rolex... todo ello sin contar con lo que cuestan las misas que me decís cada año, así que ¿sabéis lo que os digo? Que resucito y punto, que sale más caro morirse que estar vivo. He resucitado, he vendido el ataud a un director de cine. La lápida se la he alquilado a unos siniestros que querían merendar encima. Les he vendido las flores a la familia de la tumba de al lado y he cancelado la hipoteca. Os espero en el restaurante, que os invito a comer, pero los buñuelos de después los pagáis vosotros, eh.”
Sean bienvenidos al programa en el que lo único que da terror es pagar la hipoteca. Sean bienvenidos a un día más, festivo en este caso, para ustedes, canallas... Sean ustedes bienvenidos a la radio, bienvenidos a EL CANTO DEL GALLO.
En el programa han sonado: MC5 y Albert King
1 Comments:
Qué bueno, me ha molado.
¿Trabajaste ayer?, pobrecito.
Por cierto, a ver cuándo escribes algo un poquito más alegre, que siempre es sobre gente que no puede con sus deudas, puntos de carnet que se volatilizan, atracos, madrugones, el pobre Olegario (que la historia es bonita pero melancólica)... con la de gente que hay por ahí que hereda de ese tío de América que nunca conoció o que mueve placas tectónicas sólo con la mirada.
Si al fin y al cabo noticia es lo que te dé la gana, lo digo por experiencia... experiencia de llevar 28 años viendo la tele.
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